Niss
Durante el concierto debo buscarla para preguntarle por qué carajo dejó entrar al público por la puerta del patio
– Ay, porque nadie me avisó que no se podía – responde con su sonrisa tintineante y sus pequitas en el pecho
– Bueno, tú sabes qué quiere decir eso ¿no? Hoy estaremos barriendo tierra hasta las dos de la mañana
11 y pico de la noche.
Niss se seca las manos en la saya
–¿Irá a llover?
– No sé
– Oye las olas
– ¿Qué tienen?
– Hay oleaje
– Todos estos días lo ha habido
– Pero ahora está más fuerte
– Te parece a ti, por el silencio
– Pero huele a lluvia. Si llueve no sé cómo voy a llegar a la casa a esta hora
– Duerme en mi casa
– ¿Entre tu mami y tu papi?
– No, en la sala si quie…
– ¡Mira carajo – dice con voz de niña llorona – ya está lloviznando!
Le agarro el pelo
– ¡Ay, coño! ¡Bichito, me haces daño!
y la echo de cabeza al sofá sucio de la recepción, la grupa hacia arriba, le abro las piernas golpeándole los tobillos como los policías, levanto el sayón y aparto la tirita de la tanga mientras me abro el pantalón con la otra mano, ella simula un intento de rebelión, la recoloco con rudeza otra vez por los tobillos, a través de la pared de cristal nos iluminan fugazmente los pocos autos que circulan a esta hora, halo la tanga y las costuras suenan, acerco la boca a la raja y la escupo, Niss melenuda, el pelo le llega al culo como a los hombres, le abro la vulva con el índice y el pulgar y penetro feroz, sostiene los empujes quejándose con la boca cerrada, el sayón la cubre de la cintura hacia arriba, estoy exultante, sus nalgas suaves hacen olas, hay mujeres que me producen impotencia si no las puedo poseer así, Niss es una de ellas. Con Iliana es diferente, Iliana me provoca impotencia con sólo pensar en ella, me retrae el pene a los cinco añitos... pero ahora me tiemplo a este animal ¡caballa! ¡caballa! ¡caballAAAaaaahh!
– Comemierda. Me rompiste el blúmer
